Mientras que la cantidad de hidrógeno disponible es grande, la vida de la estrella transcurre apaciblemente. El Sol, en este momento, se encuentra en esa fase de su existencia. Pero nada dura para siempre, y el combustible estelar tarde o temprano se termina. Cuando una estrella comienza a agotar su reserva de hidrógeno, el helio formado a lo largo de millones de años comienza a interferir en el proceso. Incluso puede darse el caso de que las reacciones termonucleares se detengan. Los físicos llaman a este proceso “envenenamiento por helio”. Esto hace que la cantidad de energía que se produce en su interior descienda abruptamente, por lo que la presión original que la mantenía “de pie” disminuye a niveles –comparativamente hablando- casi ridículos. La estrella se contrae por los efectos gravitatorios, y su temperatura aumenta. En ese momento el Sol dejará de ser una bestia mansa que nos proporciona luz y calor para convertirse en algo bastante más peligroso. Alrededor del núcleo de helio caliente y denso comienza a quemarse el hidrógeno restante, pero en “capas” cada vez más externas. Como resultado, la estrella comienza un nuevo proceso de expansión. Si bien su núcleo se mantiene muy caliente, las capas exteriores se van enfriando y su color comienza a virar hacia el rojo. Dentro de unos cinco mil millones de años –más te vale ir poniendo en orden tus asuntos- el Sol atravesará esta etapa y se convertirá en una gigante roja.
Lamentablemente no se trata solo de un pequeño cambio estético o de color. El Sol aumentará tanto su tamaño que sobrepasará las orbitas de Mercurio (con seguridad) y de Venus (muy probablemente). Esos dos planetas del Sistema Solar serán historia al acabar dentro del Sol. Por supuesto, en la Tierra ya no habrá nadie para que “disfrute” del espectáculo porque mucho tiempo antes, unos 800 millones de años a partir de hoy, el progresivo aumento en la temperatura del Sol habrá hecho que nuestro planeta tenga temperaturas medias de unos 150 grados Celsius. Finalmente, en unos 7 mil millones de años, el Sol engullirá a la Tierra y la Luna. Dentro de miles de millones de años más. Totalmente ajeno a nuestros problemas, las transformaciones en el interior del Sol seguirán su inexorable curso.
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